En un contexto social en el que el cuidado personal y la prevención de enfermedades se encuentran a la orden del día es habitual haber escuchado alguno de estos conceptos sin comprender realmente de qué se está hablando.

La falta de educación nutricional en la escuela y la sobreinformación de dudosa procedencia en internet hacen que muchas personas confundan el arroz con los hidratos de carbono o el trigo con el gluten, cuando se trata de conceptos totalmente diferentes, aunque ciertamente relacionados entre sí. Esta desinformación fomenta, además, que gran parte de la población considere que come mejor de lo que realmente hace, hecho que termina frustrando porque a pesar de ello no logran alcanzar sus objetivos de peso o salud.

Y por si fuera poco, la propia industria alimentaria avasalla al consumidor diariamente con estrategias de marketing que le hace pensar que los alimentos más insalubres en realidad son sanos (Galletas María, por ejemplo) o esconde en letras pequeñas y mal colocadas a lo largo del envase los ingredientes de los alimentos, con el objetivo de que sea complicado reconocerlos.